El Mundo Y Sus Demonios by Carl Sagan

El Mundo Y Sus Demonios by Carl Sagan

autor:Carl Sagan
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Divulgación Científica
publicado: 2011-01-20T21:20:03+00:00


TENGO UNA GRAN LECCIÓN

PARA ENSEÑARTE.

ESCUCHA ATENTAMENTE.

LEE ATENTAMENTE.

PIENSA ATENTAMENTE.

LA VERDAD ESTÁ AQUÍ.

La primera enseñanza es una pregunta: ¿Por qué estamos aquí?... La respuesta: «¿Quién puede decir cuál es la única respuesta? Hay muchas respuestas a cualquier pregunta y todas las respuestas son correctas. Es así. ¿Lo ve?»

El libro nos conmina a no pasar a la página siguiente hasta que hayamos entendido la página en la que estamos. Éste es uno de los muchos factores que dificultan terminarlo.

«De los que dudan —revela más adelante— sólo puedo decir esto: pueden tomar de este asunto lo que quieran. Terminan sin nada: un puñado de aire, quizá. ¿Y qué tiene el creyente? ¡TODO! Todas las preguntas contestadas, porque todas y cada una de las respuestas son correctas. ¡Y son buenas respuestas! Discute esto, escéptico.»

O: «No pidamos explicaciones de todo. Los occidentales, en particular, siempre estamos pidiendo descripciones prolijas de por qué esto, por qué aquello. La mayoría de lo que se pregunta es obvio. ¿Por qué ocuparse en examinar esas materias?... La fe hace que todo se convierta en verdad.»

La última página del libro expone una sola palabra en grandes letras: se nos exhorta a «¡PENSAR!».

Todo el texto de Las enseñanzas de Carlos fue escrito por Randi. Lo redactaron Álvarez y él precipitadamente en pocas horas en un ordenador portátil.

Los medios de comunicación australianos se sintieron traicionados por uno de los suyos. El principal programa de televisión del país se tomó la molestia de poner en evidencia la mala calidad del nivel de comprobación de datos y la extendida credulidad de las instituciones dedicadas a las noticias y asuntos públicos. Algunos analistas de los medios de comunicación lo excusaron basándose en que era obvio que el tema no era importante; de haberlo sido, lo habrían comprobado. Se entonaron unos cuantos mea culpa. Ninguno de los que habían sido engañados quiso aparecer en un programa retrospectivo sobre el «Asunto Carlos» programado para el domingo siguiente en «Sixty Minutes».

Desde luego, todo eso no implica que Australia sea algo especial. Álvarez, Randi y sus colegas-conspiradores podían haber elegido cualquier nación en la Tierra y no hubiera cambiado nada. Los que concedieron una audiencia nacional de televisión a Carlos incluso sabían lo suficiente para hacer algunas preguntas escépticas... pero no se pudieron resistir a invitarlo. La lucha de aniquilación mutua de los medios de comunicación dominó los titulares tras la partida de Carlos. Se escribieron comentarios confusos sobre el asunto. ¿Cuál era el objetivo? ¿Qué se había demostrado?

Álvarez y Randi demostraron lo poco que cuesta desnaturalizar nuestras creencias, lo dispuestos que estamos a dejarnos llevar, lo fácil que es engañar al público cuando la gente se encuentra sola y anhela creer en algo. Si Carlos se hubiera quedado más tiempo en Australia y se hubiera concentrado más en la curación —a través de la oración, de la fe en él, expresando deseos ante sus lágrimas embotelladas, acariciando sus cristales—, es indudable que hubieran aparecido personas curadas gracias a él de muchas enfermedades, especialmente psicogénicas. Incluso si lo único fraudulento hubiera sido su aspecto, dichos y productos anexos, algunos habrían mejorado gracias a Carlos.



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